Existen errores que pesan como una losa, te van aplastando y no consigues levantar cabeza. Son equivocaciones de las que te arrepientes cuando ya es demasiado tarde. Una vez lo has echado todo a perder, pagarías lo que fuese para viajar al pasado y así enmendar aquel fallo que te ha sentenciado. ¿Dónde diablos está esa dichosa máquina del tiempo cuando se la necesita? ¿Por qué no la han inventado? Entonces te das cuenta de que no tienes respuesta a esa pregunta del mismo modo que tampoco sabes por qué las ovejas no se encogen cuando llueve. Pero lo que sí puedes saber es cómo prevenir ciertas faltas antes de que se produzcan. En el sector de bienes raíces, muchas personas cometen errores de lo más comunes al comprar una casa, pecando de novatas. En iCasas queremos evitar que eso te ocurra, así no estarás maldiciendo continuamente tu inexperiencia y dejarás de hacerle vudú a aquella inmobiliaria que ninguna culpa tiene en todo esto.
Éstos serían los errores que más se cometen antes de adquirir una vivienda:
No pensar en el tipo de hipoteca
Suele ser un error recurrente y debería ser un tema a abordar casi de forma automática. No te recomendamos que adquieras una vivienda sin pensar en los costos que esta operación puede acarrear. Ir al banco a pedir un crédito hipotecario no es lo mismo que ir a la panadería a comprar un cuernito. Tienes que contemplar la cantidad de años que estarás pagando la vivienda, sin olvidarte de un dato tan importante como el siguiente: a menos años, más desembolso mensual. Así que tú decides el procedimiento. Y tampoco pierdas de vista el IVA que deberás añadirle al precio, que parece el apéndice que pasa desapercibido pero que está ahí.
Olvidarse de los gastos del hogar
Y seguimos con los números, un factor que se repite más que la lucha de clases. Por eso debes calcular antes de actuar. Ése debería ser tu lema. Ése debería ser el mantra que tendrías que decirte a ti mismo antes de tomar una decisión de semejante envergadura. Porque no pensar en los gastos que va a suponer esa vivienda una vez estés instalado en ella (y no nos referimos al dinero que va destinado a la hipoteca) es como lanzarse al vacío desde una avioneta con un paracaídas defectuoso. Gas, luz, teléfono, agua, mobiliario… Machaca tu calculadora y haz que eche humo antes de tomar cualquier decisión.
No comparar precios
Si existe un fallo extendido donde los haya, es el de no recopilar información. Si lo haces, podrás conocer cómo está el mercado y serás capaz de valorar distintas opciones. No te sentirás estafado. Tampoco tienes que tomártelo como si estuvieras en el Gran Bazar de Estambul regateando para conseguir unas pashminas. Pero si consultas los precios de otras viviendas podrás negociar la suma a pagar sin tener la sensación de ser un completo ignorante. No es necesario que te conviertas en un erudito, pero ser consciente del momento que atraviesa el sector te ayudará a identificar una propiedad cuyo valor se ha inflado como un pez globo.
Ignorar las agencias inmobiliarias
La agencias inmobiliarias son como los tiburones. Y no, no es porque muerdan. Es porque tienen mala prensa, una fama totalmente injustificada. Una agencia inmobiliaria puede acabar siendo tu mano derecha cuando quieres adquirir una nueva propiedad. Si antes hacíamos referencia a los precios de la industria, nadie mejor que una empresa que forma parte del sector para que estés asesorado. Así podrás escuchar sus consejos como si se tratara de Pepito Grillo y te permitirá hallar precios rentables.
Anteponer la emoción a la razón
Guiarse por los impulsos es muy fácil, tan solo tienes que dejarte arrastrar por las emociones hasta desembocar donde la corriente te lleve. Pero ese camino, aunque resulte sencillo, no significa que sea el correcto. Las situaciones tienen que analizarse con calma y detenimiento, porque una decisión tomada sin que la hayas diseccionado hasta conocer sus entresijos puede ser una decisión equivocada. Debes contemplar tus necesidades y encontrar una casa que se ajuste a ellas. ¿Para qué deseas vivir en una propiedad que se te hace demasiado grande? ¡Ah! ¿Que ahora resulta que quieres un ático? ¡Pero si tienes vértigo! Pienso, luego compro, versionando a Descartes.
Desestimar el futuro
Las hipotecas duran tanto que parecen no tener fin, de ahí que sea conveniente tener una perspectiva a largo plazo cuando sientas la necesidad de comprar una casa. No sirve de nada adquirir una vivienda si al cabo de pocos años necesitarás más espacio porque un miembro de la familia está por llegar, no tiene sentido si sabes que existe una posibilidad más que factible de que en tu trabajo te destinen a otra ciudad. Fijar tu vista hacia un futuro certero es básico si de verdad quieres ser el propietario de un inmueble.
No prestar atención al barrio
Puede que tu casa tenga todo lo que deseas: tres habitaciones, un salón amplio, mucha luz natural, dos baños, terraza, un precio razonable… Lo que viene siendo un chollo. Pero claro, está aislada. O lo que es lo mismo: está lejos de todo. Para ir al supermercado tienes que manejar el carro, no hay colegios cerca, las conexiones con otras zonas son nefastas. ¡Incluso tienes que tomarte un par de valerianas cada día cuando te ves atascado en medio del tráfico de camino al trabajo! Y es precisamente en ese momento, mientras das manotazos contra el volante, cuando tienes una revelación filosófica y descubres que la calidad de vida también depende del barrio donde vives. Craso error no averiguar cómo es el vecindario.
No caigas en estas trampas. Esquívalas. No te dejes atrapar por ellas y podrás verte viviendo en la casa que más te conviene. De todos modos, si sigues teniendo dudas a pesar de estos consejos, siempre puedes hacer este test que te ayudará a saber si estás preparado para comprar una vivienda.