Cuando se habla de alquileres se acostumbra a colocar el punto de referencia siempre en el inquilino. Pobre figura desprotegida, entendemos que su peligro es tan elevado que hay que dar siempre consejos acerca de a qué clase de persona vamos a meter en nuestra vivienda. Y ojo, nosotros comprendemos que un buen casero tiene que preocuparse por esto. Al fin y al cabo, habrá alguien que no conozca habitando su propiedad. No obstante, circunscribir todo tipo de responsabilidades a esta figura nos parece rematadamente injusto. Este foco acusador no casa con la forma en la que nosotros entendemos el sector inmobiliario. Un equilibrio de fuerzas en las que el inquilino también puede palidecer ante la perspectiva de a qué propietario se tendrá que enfrentar. Ya lo decía Aristóteles… Por ello la necesidad de que seamos un buen casero es clara.
No son pocas las historias que hemos escuchado acerca de malos propietarios. Por ello hoy te queremos dar el decálogo de las cinco cualidades del buen casero.
Cómo ser un buen casero
Al final todo se reduce a ser una persona que acepta cómo es la humanidad. Somos una especie controvertida, pero señalar siempre al mar y olvidarnos de la bondad es injusto para todos. No obstante, este párrafo, que podríamos haberlo extraído perfectamente de una novela de Paulo Coehlo, sabemos que no es lo que estás buscando. Así que no cunda el pánico, que procedemos a desarrollarte las cinco cualidades del buen casero:
- Ten capacidad para ser flexible.
- Escucha lo que tienen que decirte.
- No sabrepases nunca tus derechos y cumple a rajatabla tus obligaciones.
- Nunca intentes aprovecharte de tu inquilino.
- Ofrécete siempre para ayudar.
Vayamos paso a paso.
Ten capacidad para ser flexible
Entendemos tu postura. Tu posición no es nada fácil. Comprendemos que ante cualquier controversia que surja se desarrollarán con fuerza los nervios. Que es mucho más fácil seguir hacia delante con una pauta marcada previamente y que los sobresaltos no son lo que más te enamora de esta realidad. Sobre todo cuando de ellos pueden depender el buen estado de tu propiedad y el cobro de cada final de mes.
Sin embargo, aunque pueda ser complicado y comprensible poner en práctica este consejo, intenta ser siempre flexible en toda tarea en la que te veas envuelto con tu inquilino. Esta es una de las cualidades que practica todo aquel que se considera buen casero.
Trata de entender lo que te dicen y busca actuar en consonancia. Nunca te pediremos que seas estúpido o te dejes engañar, pero sí que no seas una persona rígida. Es muy importante. Piensa que un contrato de arrendamiento es una relación entre personas y que cuanta más confianza y respeto haya, mejor para ti. Tienes que convertirte en un buen casero.
Escucha lo que tienen que decirte
Esta cualidad del buen casero sigue la línea de la que propugnábamos en el apartado anterior. Para ser flexible no hay nada mejor que desarrollar una poderosa capacidad de escuchar. Ya lo decía Momo en la novela de Michael Ende: hay personas con el poder de hacernos sentir especiales solo con escucharnos.
De esta manera, sigue la pauta marcada por quien acompañó a Casiopea. Concéntrate en lo que te dicen. Es un paso fundamental para alcanzar esta flexibilidad que te estamos solicitando. Antes de tomar cualquier tipo de decisión, pregúntales.
Solo poniendo toda tu atención y esfuerzo en esta tarea lograrás erigir un clima de concordia en la que el inquilino podrá hablar siempre contigo sin tapujos. La confianza es clave en toda relación. También cuando tratas de convertirte en un buen casero.
No sobrepases nunca tus derechos | Cumple a rajatabla con tus obligaciones
Parece un consejo de perogrullo, pero en la mayoría de los casos la realidad supera a la ficción. Son muchos los que entienden que la posición del propietario les transfigura en una especie de deidad sin límite, con la potestad de ser omnipotente y de estar en todas partes.
Te podemos asegurar, con tristeza en nuestros labios, que esto no es así. Tu posición seguirá siendo la de un ser terrenal. Con esta creencia en mente solo serás un poco más estúpido y, desde luego, esta no es una de las cualidades del buen casero.
Si quieres construir una relación sana y duradera con tu inquilino nuestro consejo es que nunca sobrepases estos límites. Es una cuestión de equilibrio. Si tú no lo haces, él no se sentirá tentado a romperlos. No obstante, en cuanto tu pie pise la línea de tiro todo lo que se había construido previamente se irá al traste. Tú sabrás cómo gestionarlo.
A todo ello tienes que sumarle la idea de cumplir con tus obligaciones. Hazlo de manera fiel. Esto es lo que configura al buen casero. Haz siempre lo que se espera de ti, disfruta con ello y no cumplas con el mínimo. Vales más que eso.
Nunca intentes aprovecharte de tu inquilino
Son muchos los inquilinos que desconocen las obligaciones y derechos que los cuerpos legales recogen sobre su posición. En consonancia con su aura onírica, esto lleva a muchos propietarios a tratar de sacar partido a estas circunstancias. Engañan a quienes consideran una especie de súbditos que no merecen respeto y este, desconocido ante sus derechos, cede ante sus intereses.
Nunca dejes que esto te suceda. Mantén siempre la cabeza fría. Sobrepasar esta realidad es un punto de no retorno. En cuanto superes este muro invisible la convivencia y el respeto se evaporarán. La convivencia se convertirá en un infierno cuya temperatura será cada jornada más complicado de soportar.
Ofrécete siempre para ayudar
Este es nuestro último consejo. No se trata únicamente de una propuesta para tu contrato de arrendamiento, sino que creemos que deberías de ponerlo en valor en todas las facetas de tu vida. Al fin y al cabo, aquellas personas que más dan son siempre las que reciben con más facilidad. La gente las quiere.
Ofrécete siempre para ayudar. Ya no por el hecho de ser un buen inquilino, sino por ser una gran persona. Nunca dejes que te pisen, por supuesto, no permitas que te engañen. Pero tampoco te conviertas en una de esas personas que confunden la bondad con una debilidad, pues no hay una faceta que genere conexiones más potentes y duraderas.
Trata de estar ahí para él. De esta manera, cuando tengas que decidir si sigue queriendo vivir en tu propiedad o no, las oportunidades serán más elevadas. Del mismo modo, si le pasa por la cabeza la idea de hacer cualquier tipo de trastada se lo pensará dos veces antes de acometerla.
Estas son las cinco cualidades del buen casero. ¿Las tienes desarrolladas? ¿Trabajarás en ellas? Su presencia en el día a día te aportarán la convicción de que estás haciendo las cosas bien. Adelante con ellas. Conviértete en el mejor propietario que puedas ser. Verás que el resultado es positivo.
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